La prima de Nadia Fucilieri acudió el miércoles, como todas las mañanas de cada semana, a la casa ubicada en la calle Santa Fe al 1800 para pasar a buscar a su sobrino Marcelino Martínez (4 años) y llevarlo al jardín de infantes. Tocó el timbre unas cuantas veces, nadie atendió. Era extraño. Así, se asomó a una de las ventanas que daba al cuarto de Nadia y, entre las hendijas, vio que había una gran mancha de sangre en la cama. Empezó a pegarle patadas a la puerta pero no podía abrirla. De repente, se sintió el ruido del pestillo y la puerta fue abierta por su prima, que tenía un par de cortes leves en las muñecas. “Andá a la habitación a ver a los chicos”, fue la frase de Fucilieri. Cuando la chica llegó al cuarto principal, yacían sus dos sobrinos, Marcelino y su hermanita Pía del Rosario (2 años), sin vida y con cortes en sus cuellos.
Pasaron más de 24 horas del asesinato que conmueve a todo el país. La historia esconde una disputa matrimonial de meses y un desequilibrio emocional que no pudo ser visto debido a la burocracia y a la falta de personal entre los profesionales especializados.
Nadia Fucilieri mató a sus dos pequeños por el mero hecho de arruinarle la vida a su ex marido, Aldo Martínez, quien no los veía desde enero y luchaba día a día por poder recuperar el contacto con los chicos.
“Hijo de puta, ahora vas a sentir culpa… Vas a pagar por cada gota de sangre de tus hijos“, fue una de las frases que Fucilieri dejó escritas en una carta en dedicatoria a Martínez antes de iniciar el ataque.
De acuerdo con las primeras investigaciones, Marcelino murió en el acto. Fue atacado mientras dormía y solo presentaba dos heridas muy profundas en un cuello. Pía del Rosario tuvo heridas en los brazos y en las piernas. Al parecer, hizo un último esfuerzo por defenderse.
“Aldo está absolutamente devastado. No encuentra motivos como para seguir. Estuvo luchando nueve meses para poder recuperar el contacto con sus hijos y el contacto que tuvo ahora fue para meterlos en un cajón. No hay manera de describir cómo se siente”, le dijo a Infobae Silvia Furque, la abogada de Martínez.
La historia del conflicto se inició a finales del 2016, cuando la pareja todavía convivía. Fucilieri denunció a Martínez por violencia de género, después de que él le arrojara un vaso de gaseosa en medio de una discusión. De manera lógica, la Justicia tucumana estableció una perimetral al hombre para con la joven, pero no así con los chicos.
Así y todo, Fucilieri le impidió a Martínez cualquier contacto con los hijos por miedo a que él terminara fugándose con ellos.
“Ella no trabaja desde hace años y tenía constantes ataques de ira. Incluso cuando estaban juntos. Intentaba pegarle a Aldo en cada discusión. Tiene el título de enfermera pero nunca trabajó. Él pagaba hasta el día de hoy el 100% del alquiler donde ella vivía y le pasaba todo el dinero para la alimentación y mantenimiento de los tres. Les daba un total de 14 mil pesos por mes”
“Ella no trabaja desde hace años y tenía constantes ataques de ira. Incluso cuando estaban juntos. Intentaba pegarle a Aldo en cada discusión. Tiene el título de enfermera pero nunca trabajó. Él pagaba hasta el día de hoy el 100% del alquiler donde ella vivía y le pasaba todo el dinero para la alimentación y mantenimiento de los tres. Les daba un total de 14 mil pesos por mes”, describió Furque.
La situación se volvió más tensa a lo largo del último mes. Martínez le sugirió a su ya ex que se mudaran a una casa más pequeña, ya que la renovación del alquiler supondría un aumento económico considerable y él no podría abordar todo el gasto. Ese pedido enfureció a Nadia.
En el medio, se mantuvo la puja por el contacto del padre con sus hijos. Lo más paradójico incluso fue que el propio martes, menos de 24 horas antes del ataque, Fucilieri mantuvo una entrevista con un psicólogo del Observatorio de Violencia de Género para que se analice si estaba en condiciones de mantener la custodia de sus hijos.
“Ahí apareció el problema del sistema. La entrevista duró 15 minutos y el especialista ni siquiera llegó a dar el informe, pero las preguntas fueron las típicas y fue todo un trámite. Los psicólogos están tan abarrotados de trabajo que no tienen tiempo de realizar un perfil completo”, se lamentó Furque.
Y continuó: “Todos los informes psicológicos son exactamente iguales. Es uno calcado al otro. Y uno ya está harto de eso. No puede ser que todas las personalidades sean iguales“.
En principio, la mujer de 29 años fue trasladada desde el Hospital Padilla al Hospital de salud mental Nuestra Señora del Carmen, ya que los peritos psicológicos temen que pueda intentar quitarse la vida nuevamente.
Mientras tanto, lejos de allí permanece un padre que se quedó sin nada. El hombre que durante meses, sin poder ver a sus hijos, les mandó regalos, ropa y juguetes todos los meses y que hace unas horas se los quitó la persona que supuestamente más los debía cuidar.
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